lunes, 21 de octubre de 2013

Siempre me acordaré de aquel 12 de abril de 2013

Era viernes 12 de abril, ya se había acabado la Semana Santa y nos volvíamos a incorporar al instituto. Era el tercer y último trimestre de segundo de Bachillerato, un año bastante duro, de muchísimo estrés, presión y agobio.

Tenía cita con el médico porque hacía ya un mes que me encontraba rarísimo. Iba muchísimo al baño, casi a todas horas, tenía una sed horrorosa pues muchas veces llenaba la pila del baño y bebía como un cosaco, sentía que no tenía fuerzas para absolutamente nada, mi boca estaba sequísima, siempre pastosa con los labios agrietados y adelgacé bastante.

Es por ello, por lo que le pedí un análisis de sangre a mi doctora, porque no era normal lo que me pasaba y me imaginé que sería astenia por la reciente entrada de la primavera. Nunca recordaba haberme hecho un análisis de sangre. De hecho, tiempo atrás bromee con la idea de que cuando me lo hiciera, algo me sacarían seguro.


Antes de ir al médico, como casi todos los viernes, mi madre y yo nos comimos una trufa de chocolate de "La mallorquina", una pastelería de Madrid. Estuvimos por lo menos una hora esperando a que me tocara entrar. Tenía algo de miedo por lo que me podría decir, pero estaba deseando salir para irme con mis amigos, a casa de una de ellos.

Cuando por fin nos tocó, entramos con mi doctora, me pregunto qué tal estaba y se puso a buscar mis resultados. En cuanto los miró, su cara cambió de repente, sentí mi corazón latir más rápido.

"Pues va a ser que eres diabético", al pronunciar esas palabras, que se me antojaron muy duras y frías, tuve la sensación de estar en una pesadilla, no podía ser verdad lo que estaba escuchando. A mi madre se le puso la cara blanca y se le escapó un "Joder...". ¿Qué pasaba? ¿qué significaba?, lógicamente lo primero que se me pasó por la cabeza fue preguntar lo que posiblemente todos nos preguntamos ¿se puede curar? La mirada de mi doctora me lo dijo todo.

No me lo podía creer, ¿era real? ¿de verdad estaba pasándome a mí? Me midió la glucosa y, lógicamente, la tenía bastante alta (335 mg/dL). Quizá  fue el peor día de mi vida, lo cierto es que no pude dejar de llorar a cada palabra que pronunciaban. Debo de dar las gracias por haber tenido a mi madre a mi lado. Me sirvió para darme cuenta de lo fuerte que es, cuando seguro que estaba sufriendo muchísimo. Es mi ángel de la guarda y le debo mi vida.

A continuación, nos mandaron a comprar la insulina que me inyectaron y a partir de ese momento me debería de poner. En la farmacia, conocí a una farmacéutica que me comprendió, porque también era diabética y al verme en ese estado hizo lo que pudo y más por consolarme, ¿quién mejor que alguien en tu situación te diga que esto se puede sobrellevar?

Tan pronto la conseguimos, entramos con la enfermera, Carmen, otra de mis salvadoras. Intentó explicarme todo lo que pudo y como pudo, porque no estaba para nada receptivo. Recordemos que era viernes y hasta el lunes no la volvería a ver, así que me dio su whatsapp para poder consultarla si lo necesitaba, algo que no había visto nunca y una de las muchas razones por las que siempre le estaré agradecido.

Al salir de allí, estaba esperándonos mi padre, que nada más verme me abrazó y me dijo que lo sentía. Yo lo que necesitaba hacer en ese momento, era irme con mis amigos e intentar olvidarme. Cuando llegué (con tres horas de retraso), se lo conté todo y no puede contener las lágrimas. Se hizo un silencio horrible, pero todos y cada uno de ellos me dieron un abrazo e intentaron calmarme, algo que necesitaba muchísimo en ese momento.

Esa noche no me costó dormirme, porque tenía bastante sueño y quería olvidarme de todo. A la mañana siguiente me desperté prontísimo, a las siete. Me hice el análisis de glucosa, algo dificilísimo ya que ¡la maldita gota no salía! Asimismo mi primera inyección de insulina lenta, la cual no dude mucho en ponérmela y me di cuenta que no dolía tanto como creía.

Mi madre tampoco había podido dormir, se había levantado muy temprano y había empezado a hacer menús y recetas. Desayuné media porra, un vaso de leche y un zumo de naranja, ya que mi enfermera me lo había permitido. Decidí irme a dar una vuelta yo solo. Quería evitar comerme la cabeza demasiado y recuerdo que me fui a la biblioteca a estudiar, pero no me concentré. Al volver a casa para almorzar, me sentía bastante cansado. No estaban mis padres, me medí la glucosa y tenía 460 mg/dL, se lo comenté a mi enfermera y me recomendó ir al centro de salud más cercano que estuviera abierto ese sábado.

Evidentemente, intenté llamar a mis padres, pero no lo cogían. Estaba desesperado, no sabía qué hacer. Cuando llegué se lo dije a un enfermero. Me hicieron un análisis de glucosa para comprobarlo, uno de orina, me pusieron una vía con suero y 10 ml de insulina rápida. El enfermero me preguntaba que desde cuando sabía que era diabético y una doctora me echo la charla por lo que había desayunado, ¡yo que sabía, era novato! Se me vino todo encima y me sentí solo, ¿qué me pasaba? ¿qué hacía allí? Fue una sensación bastante dura.  Se me cayeron las lágrimas y el enfermero intentó consolarme.

Al poco rato llegaron mis padres y me tranquilicé, los médicos me aconsejaron ir al hospital, porque no me bajaba mucho y así estar más tranquilos. Era el cumpleaños de un amigo, y no pudimos ir. Entramos a las cuatro y no salimos hasta la una de la madrugada, yo solo pensaba ir al cumpleaños y comerme una ensalada, porque no me dejaron comer desde el desayuno y, lógicamente, tenía hambre. Agradezco que estuvieran mis primos, mis tíos, mi abuela y algunos amigos haciéndonos compañía a mis padres y a mí.         

A partir de aquí empezó lo más duro. Adaptarme a una dieta, a una rutina distinta, a ir en un proceso constante de ensayo y error, lo teníamos que pesar todo y con unos estrictos horarios. Nunca olvidaré el hambre que pasé, porque aunque yo no era de mucho comer, basta que te limiten algo como para que quieras más. Milagrosamente descubrimos las pipas, el gran remedio para calmarme la ansiedad, ya que no tienen muchos hidratos, en una época en la que estaba especialmente nervioso porque me jugaba el curso y la selectividad, y a pesar de que supuso una carga bastante importante, me ayudó a evadirme de pensar en mi enfermedad, porque para mí lo más importante en ese momento era aprobar.

Conviene decir, que en esta etapa de mi vida tuvo mucha importancia el papel de mi madre. La pobre mujer era la que intentaba aprender para saber hacerme las comidas y de alguna manera, enseñarme a mí. Leyó muchas cosas de Internet (cosa que no nos aconsejaron), preguntó, buscó libros, se rompió el coco... pero de quién más aprendimos, fue de la mano de un compañero suyo que tiene una hija diabética, nuestro gran profesor en una materia bastante desconocida para nosotros. Sé que lo pasó mal, porque comprendo que fue una gran responsabilidad el intentar que las cosas salieran lo mejor posible, es por ello por lo que debo darle las gracias por todo su apoyo nuevamente. Sin olvidarme del apoyo, la paciencia y el cariño de mi padre que en los momentos más duros intentó sacarme una sonrisa.

Al igual que tengo que agradecerle muchísimo a todos mis verdaderos amigos, que estuvieron desde el primer día y que lucharon por sacarme de ese pozo oscuro, mostrándome la luz que me hizo volver a ser el mismo de siempre. Destaco a mi amiga  Alba, que desde el día que se enteró le faltó tiempo para intentar hacerme sonreír, pero sobre todo por mostrarme que no tenía razones para lamentarme y creer que a partir de ahora iba a dejar de ser feliz. Siempre le estaré agradecido por un pequeño homenaje que me hicieron todos en el que trajeron pastelitos sin azúcar deliciosos.

Aunque la razón por la que siento que debo expresar mi experiencia, es para intentar mostrar lo que sentí en todos esos días. Lo que supuso para mí un cambio tan radical e inesperado, las cosas que se me pasaron por la cabeza y, de algún modo, sacar algo positivo que pueda ayudar a otras personas que se hallaron, se hallen o se hallarán en mi situación.

Pongámonos en el caso de que un día cualquiera, conocemos a una persona  y  esta nos dice, de buenas a primeras, que va a pasar el resto de la vida con nosotros, tanto si nos gusta como si no. Esto es un poco la relación que tengo yo con mi diabetes, algo que no busqué, pero que llega y moldea tu vida.

Posiblemente fue lo que yo sentí. Esa sensación límite que te hace reflexionar de una forma trascendental sobre todo lo que a partir de ahora va a ser tu vida. Desde luego todos cuando enfermamos siempre buscamos un remedio para recuperarnos. Por ejemplo quien se rompe una pierna,  está un tiempo escayolado y se recupera. No obstante esto es diferente, al ser una enfermedad crónica, algo que se me antoja demasiado largo.

Alguien se preguntará ¿qué decidiste hacer?, lo que decidí fue declararle la guerra a mi diabetes, me levantaba diciendo "Voy a ser más fuerte que tú, voy a vencer", pero al rato me di cuenta que la guerra la perdí en el mismo momento en el que se la declaré. El ser consciente de que dependes de algo que se llama insulina y que estás sujeto a unos límites que no has de sobrepasar por tu bien, es lo que me hizo plantearme ¿cuál va a ser mi futuro? ¿en qué aspectos no voy a poder cumplir mis sueños? ¿va a cambiar mucho mi vida? ¿qué va a ser de mí?

Hoy por hoy, me doy cuenta que no tengo que ver a mi diabetes como una enemiga, sino como alguien con el que preferiría no estar. ¿Qué solución tiene llorar por los rincones porque no pueda comer esto o lo otro? ¿por qué pienso que esto va a determinar negativamente mi vida? Y la pregunta más importante ¿acaso voy a permitir que me arrebate mi felicidad? Rotundamente ¡¡NO!!

Es por ello por lo que debo hacer lo que pueda para que mi diabetes interfiera lo menos posible en mi vida y sobre todo en mi felicidad. Es paradójico que se me tenga que mostrar una situación de tal calibre para de una vez por todas aprovechar todas y cada una de las cosas buenas que tiene la vida.

En el fondo la vida es un reto y esto no es más que un obstáculo como otro cualquiera. No voy a permitir que nada ni nadie, ni mi diabetes especialmente, haga de mi lo que yo no quiero ser porque haré lo que haga falta por conseguir cumplir mis sueños, por más limitaciones que me ponga.

Finalmente me dirijo a ti y te recuerdo que el maquinista de este tren no eres tú sino yo. Tú no eres más que un simple pasajero que llegará conmigo hasta la última estación.


Sin más me despido de ti, porque ya es mi hora de almorzar.

14 comentarios:

  1. Hola Dani!

    Todos tenemos la fecha del debut guardada para siempre. Pero también es la fecha de comienzo de una nueva vida, si cabe, con más sentido que la que llevábamos hasta ese momento. Una grandísima idea empezar este blog, enhorabuena.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Y cuanta razón tienes! Muchísimas gracias por ayudarnos en aquel debut tan duro por todas las indicaciones, material y recomendaciones que nos diste. Espero seguir contando con tu ayuda.

      Un saludo a ti y a Natalia

      Eliminar
  2. Dani, sabes que me vas a tener aquí para siempre, porque como te puse en un twit, si una amistad dura más de siete años, esa amistad va a ser muy duradera. Tan duradera que nunca jamás vamos a dejar esta amistad que tenemos por nada del mundo porque sabes que te quiero más que a mi vida misma. Que eres la persona a la que más aprecio en esta vida porque has estado conmigo desde que tenía tan solo tres añitos y siempre me has apoyado y siempre me has ayudado en todo ¿A quién sino le voy a dar la tabarra con mis problemas y mis chorradas? Porque eres, Dani, la persona más especial en mi vida y siempre te lo voy a repetir.
    En esta experiencia que has tenido, por mala suerte, desagradable, sabes que desde que lo supe siempre te he sacado una sonrisa, y siempre te la sacaré, y me parece mal y lo sabes que estuvieras solo en ese momento de debilidad del primer día por tu inexperiencia, por eso te lo perdono, pero sabes dónde está mi casa, sabes mi teléfono y sabes que mi casa estará abierta las 24 horas del día abierta para tí y para tu familia, pero sobretodo para tí porque te quiero un montón. Dani, que nunca dejes de sonreir y nunca dejes de ser como eres porque entonces si que te mato. Nunca me dejes de lado porque yo nunca lo haré.

    TE QUIERO <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como te he dicho en mil ocasiones, para mí es muy importante que estés a mi lado y sé que me lo has demostrado no solo en los buenos momentos. Sabes que siempre vas ha contar conmigo cuando lo necesites y cuando no, también. Porque eres mi mejor amiga y ya desde hace bastantes añitos y te quiero muchisisisisismo.

      Un besazo muy grande y muchísimas gracias por absolutamente todo.

      Eliminar
  3. animo dani!! solo es un obstaculo mas que te acabara haciendo mas fuerte!! todos en tu familia te queremos un abrazo de tu primo ruben

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchisimas gracias Rubén !!!!! Me alegro muchísimo que lo hayas leidoooo !!! Os quierooo un besazo enormeee !!!!

      Eliminar
  4. Eres la motivación de aquellas personas que necesitan un ejemplo de superación.
    La risa y la amistad de las personas que tienes son una parte de la cimentación que estas creando con cada etapa superada.

    ¿Que quien soy? Soy alguien que vive para superarse. Sigue escribiendo y que sea este tu diario al mundo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias! Unas palabras bastante positivas y esperanzadoras, aunque ¡me gustaría saber quienes sois!

      Un saludo ;)

      Eliminar
  5. Ánimo Dani, estoy seguro de que esta página ayudará a mucha gente ^^

    ResponderEliminar
  6. ANIMO DANI Q SEGURAMENTE ESTO LO VA E LEER TODO EL MUNDO PORQUE LO QUE CUENTAS ES DE VERDAD Y ES TU HISTORIA Y DE MI PARTE TE DESEO LO MEJOR Y QUE A FIANAL LEEA ESTO MUCHA GENTE PORQUE TE LO MERECES
    UN BESAZO DE TU PRIMO IVAN

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias Iván ! Desde luego cada día me doy más cuenta del enorme apoyo que me dais día a día la familia ;) Un besazo enorme !

      Eliminar
  7. ¡Hola, Dani! Perdona por el retraso en acercarme por aquí, pero es que... ¡estoy tan liado! Nada más que quiero pasar a darte la enhorabuena por tu sitio y por tu determinación y que sepas que he comprado un billete en uno de tus vagones. Yo llegaré al final del trayecto mucho antes que tú, solo espero que te pueda acompañar en tu viaje el mayor tiempo posible. Nos vemos, de vez en cuando, en el vagón cafetería.
    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Luismi ! Perdona por haber tardado tanto en contestarte, he estado liadillo con la universidad y lo tengo un poco muerto ! Muchas gracias por leer la entrada ! Y bienvenido al vagón cafetería espero que el viaje sea largo y confortable! Un saludo ! ;)

      Eliminar